¡Hola, papá! ¿Cómo estás? Yo bien. En casa. Por suerte sin muchas novedades que contarte. Queda un día para decir adiós a febrero y hoy podremos disfrutar, si el cielo nos deja, de la luna de nieve.
Me fascinan esos espectáculos. Es algo que por suerte aprendí de ti.
En algunos de mis paseos vespertinos me gusta caminar por la ciudad sin rumbo fijo. Y así lo hago. De repente, encuentro este local: La Bodeguilla.
Si no mal recuerdo, tenía cubas de vino por dentro y allí te tomarías tus chatitos.
Mamá y tú eráis muy amigos de los ‘tugurios’, nombre que utilizabáis para denominar a algún bar pequeño, más bien antiguo y con un precio bastante asequible en la consumición.
Solíamos ir con vosotros a tomar una Mirinda o una Coca Cola a medias. Eran unos tiempos maravillosos. Por eso ayer cuando volví, además de la foto que ilustra el post, en mi memoria se cruzaron un montón de imágenes de la infancia.
Y sonreí. Antes de continuar mi ruta para hacer el día más ameno. La ciudad ha recobrado un poquito de normalidad.
Ahora los bares abren ya hasta las 9.30. No es mucho, pero mejor que las 8, desde luego.
Así que nada. Habrá que disfrutar lo que se pueda de este cuarto de luna, porque no sabemos lo que puede pasar mañana.
Bueno, pituco. Te dejo por hoy. ¡Cuídate mucho y cuida de mi princesa! ¡Os quiero! ❤️